Según la Ley un Sistema de Justicia Ideal
La semana pasada teníamos agendado un juicio muy importante. Estuvimos meses preparándolo. Estudiamos la evidencia una y otra vez para ganar el juicio, con una presentación del caso clara y convincente.
Detrás de todo este trabajo, hay un cliente que sufrió una discriminación tal que su vida jamás volverá a ser la misma. El cliente no solo depositó su confianza en mí, sino que también en nuestro sistema de justicia.
Llegado el día del juicio, la audiencia se inició con la Jueza suspendiendo la audiencia por problemas de agenda del Tribunal, en relación a los Jueces suplentes y titulares.
El juicio se aplazó para cuatro meses más. Con la consecuente decepción del cliente y la justificada molestia de los testigos que habían cancelado sus vacaciones para estar ahí.
Pero esto no es primera vez que pasa. Cuatro meses atrás el Juicio ya había sido suspendido porque se había caído el sistema, así es que los sentimientos de cansancio y frustración eran más que justificados.
Después de pasar el trago amargo, recordé que no es primera vez que experimento una situación similar. Todas las suspensiones unilaterales y sorpresivas que he vivido en otras causas, y tantas otras decisiones arbitrarias que llevan a cuestionarte qué es realmente el sistema de justicia.
De acuerdo con los libros, tanto de leyes como de teoría, el sistema de justicia debería funcionar de manera racional, garantizando los derechos de las personas a defenderse de manera efectiva. Sin embargo, la práctica es muy distinta.
Esta distancia entre la teoría y la práctica hacen sumamente relevante contar con un abogado que sirva no solo de defensor, sino que también de guía en laberintos que, a ratos, se tornan sumamente oscuros.
En la Práctica un Sistema de Justicia Imperfecto
La imperfección de los sistemas de justicia es algo con lo que los abogados tenemos que lidiar a diario. La resilencia frente al absurdo es una característica fundamental con la que, como profesionales del derecho, debemos contar, para así transmitir tranquilidad y esperanza a un cliente que muchas veces se enfrenta a situaciones propias de una pesadilla kafkiana.
Recuerdo, por ejemplo, la película “And Justice For All” en la que Al Pacino interpreta a un abogado enfrentado a un sistema de justicia absurdo y arbitrario, pero que no claudica en la defensa de los derechos de sus clientes, con las consecuencias que esta lucha constante significan para su personalidad y estabilidad emocional.
Aunque no siempre, el sistema opera en torno al absurdo. Hay veces que, después de un trabajo arduo y constante, se logra justicia y ahí los principios del sistema brillan, aunque sea por un instante.
Para ello no solo se necesita una teoría del caso sólida y convincente, sino que también tú y tu abogado deben operar como un equipo sólido y tenaz frente a la adversidad.
Frustraciones, Absurdos y Justicia
Después de leer estos párrafos quizás pienses dos o tres veces antes de llevar tu caso a juicio. Y eso está bien, personalmente no soy del tipo de abogado que alienta la litigación. Al contrario, le pido a mis clientes que piensen detenidamente la decisión de demandar, porque embarcarse en un juicio resulta, en no pocas ocasiones, un viaje agotador que requiere paciencia y mucha tolerancia a la frustración para llegar al final del camino.
Y dentro de esta mentalidad hay que estar consciente de los defectos del sistema, para así saber enfrentarlos y no amilanarse por ellos. Si no tomas conciencia de esto, la convicción inicial puede transformarse, al primer inconveniente, en un derrotismo a medio camino que debilite tu posición negociadora frente a la contraparte.
Pero una relación de confianza entre abogado y cliente, de cooperación y soporte mutuo, es capaz de superar los obstáculos y recovecos del sistema donde otros se rinden. Así, gracias al método y la constancia se pueden superar los casos más complejos y lograr la meta por la cual requeriste la intervención del Tribunal en un principio; hacer justicia.